Resumen de El fantasma de Canterville.
La familia Otis, como buenos americanos que son, no le tiene miedo a nada. Por eso, por mucho que el anterior propietario no dejase de advertirles que el castillo de Canterville que acaban de comprar por un precio irrisorio, está maldito, estos siguen adelante como si nada. Despliegan sus modernos muebles y bártulos, entran en la casa y los cuatro son recibidos por la señorita Umney, el ama de llaves.
De pronto el señor Otis, mientras su mujer y su preciosa hija Virginia se asientan, rodeadas por las carreras de los dos traviesos e hiperactivos gemelos, descubre una mancha de sangre en el salón. Evidentemente, el señor Hiram B. Otis le exige al ama de llaves que la limpie de inmediato pero esta se niega diciendo que es imposible de retirar ya que esa mancha pertenece a Lady Eleanore, la cual fue asesinada en ese mismo sitio en 1575 a manos de su malvado marido, Sir Simon de Canterville. La señorita Umney no tarda en ponerles al corriente de la maldición: cada noche el fantasma de Sir Simon de Canterville recorre los pasillos, condenado por haber matado a su propia esposa. Ignorando sus preocupaciones, el señor Otis extrae un quitamanchas mágico americano y elimina las pruebas del delito. En ese momento, un rayo golpea el castillo y el ama de llaves se desmaya. Cuando se despierta declara que los problemas se acercan, y que la familia ha hecho mal en mudarse, pero a los Otis poco les importan los cuentos de miedo y se marchan a dormir.
A la mañana siguiente la mancha de sangre vuelve a aparecer y cada vez que el señor Otis la elimina, esta vuelve a resugir cada mañana. Finalmente los Otis admiten la existencia del fantasma y se toman la eliminación de la sangre como parte de la rutina de sus mañanas hasta el punto que la sangre empieza a aparecer de colores diferentes en diferentes días de la semana.
La cuarta noche de su estancia en la casa, a la 1 de la mañana el fantasma de Sir Simon se manifiesta por el pasillo haciendo sonar sus cadenas como alma en pena que es, pero el señor Otis, harto del estruendo, se acerca al muerto y le recomienda que lubrique las cadenas con un aceite milagroso que ha traído de América. Ultrajado por tal falta de miedo y respeto, Sir Simon sale volando pasillo abajo justo a tiempo para encontrarse a los gemelos de frente que, habiéndolo emboscado, empiezan a tirarle almohadones a la cabeza. Angustiado, Sir Simon desaparece atravesando una pared hasta llegar a su habitación secreta, donde llora y planea venganza contra esos malencarados americanos.
A partir de ese día, los gemelos planean cada noche verdaderas atrocidades con las que atrapar y maltratar al pobre fantasma. Mientras tanto. Sir Simon pone en juego sus trescientos años como alma en pena para asustar y repeler a la familia, pero nada parece funcionar. Exhausto, se retira finalmente a su habitación a llorar. El único momento de esperanza que tendrá de recuperar el poder sobre su propia casa vendrá con la visita del Duque de Cheshire, pero al recordar a los gemelos y sus atrocidades decide quedarse encerrado en sus habitaciones para siempre.
Virginia, la hija mayor de los Otis, no es tan cruel como el resto de su familia con el pobre fantasma e incluso se lamenta por su suerte. Para ella, la existencia del fantasma no tiene sentido si este no puede dejar manchas de sangre y hacer sonar sus cadenas por la noche. Por eso cuando se lo encuentra le perdona por haber robado sus pinturas de colores para sustituir la mancha de sangre (de ahí que cambiase de color) y escucha espantada cómo este se queja de no haber podido dormir en trescientos años. Sir Simon le confiesa a la muchacha que una profecía decía que una joven dorada de corazón puro conseguiría romper su maldición si lloraba y rezaba por él. Virginia acepta salvar el alma de Sir Simon y ambos desaparecen detrás de un tapiz.
Pronto los Otis se desquician al descubrir que su hija ha desaparecido. Tras buscar en la casa y sus alrededores, la familia empieza a perder la esperanza. Pero entonces, a media noche escuchan una música espeluznante y Virginia regresa de la nada completamente pálida. En sus manos lleva una cajita de madera tapada llena de joyas que el fantasma le dio. La joven entonces acompañará a su familia a la habitación secreta del fantasma donde encuentran el esqueleto de Sir Simon. Virginia rezará para el hombre y en ese instante el almendro del patio florecerá como una señal de Dios ha perdonado a Sir Simon por sus pecados.
Con el alma del viejo fantasma por fin descansando, los Otis celebran un funeral. Al señor Otis no le hace gracia la idea de que Virginia se quede con las joyas, ya que técnicamente eran parte del patrimonio de Lord Canterville y no pagaron por ellas cuando compraron la casa, pero Lord Canterville insiste en que la joven debe quedárselas.
Años más tarde Virginia se casa con el joven Cecil, duque de Cheshire. Tras la luna de miel, los recién casados visitan la tumba de Sir Simon y hablan acerca del fantasma. Pero, pase lo que pase, Virginia se niega a comentar lo que ocurrió cuando el fantasma anciano y ella desaparecieron tras un tapiz mientras esta estuvo a solas con él. El duque entonces comenta que es posible que algún día Virginia le cuente su secreto a sus hijos, haciendo que esta se enrojezca y dando pie a múltiples preguntas sobre el verdadero significado del final de este cuento.
NOVELA COMPLETA.
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/CuentosMas/FantasmaCanterville.pdf
(Dublín, 1854 - París, 1900) Escritor británico. Hijo del cirujano William Wills-Wilde y de la escritora Joana Elgee, Oscar Wilde tuvo una infancia tranquila y sin sobresaltos. Estudió en la Portora Royal School de Euniskillen, en el Trinity College de Dublín y, posteriormente, en el Magdalen College de Oxford, centro en el que permaneció entre 1874 y 1878 y en el cual recibió el Premio Newdigate de poesía, que gozaba de gran prestigio en la época. La lectura de autores como John Ruskin y Walter Pater conformó por esos años su ideario estético.
Oscar Wilde combinó sus estudios universitarios con viajes (en 1877 visitó Italia y Grecia), al tiempo que publicaba en varios periódicos y revistas sus primeros poemas, que fueron reunidos en 1881 en Poemas. Al año siguiente emprendió un viaje a Estados Unidos, donde ofreció una serie de conferencias sobre su teoría acerca de la filosofía estética, que defendía la idea del «arte por el arte» y en la cual sentaba las bases de lo que posteriormente dio en llamarse dandismo.
No disminuyó, sin embargo, su popularidad como dramaturgo, que se acrecentó con obras como Salomé (1891), escrita en francés, o La importancia de llamarse Ernesto (1895), obras de diálogos vivos y cargados de ironía; la primera de ellas fue estrenada por la célebre actriz Sarah Bernhardt en 1894. Su éxito, sin embargo, se vio truncado en 1895, cuando el marqués de Queenberry inició una campaña de difamación en periódicos y revistas acusándolo de homosexual. Wilde, por su parte, intentó defenderse con un proceso difamatorio contra Queenberry, aunque sin resultados, pues las pruebas presentadas por el marqués daban evidencia de hechos que podían ser juzgados a la luz de la Criminal Amendement Act.
El 27 de mayo de 1895, Oscar Wilde fue condenado a dos años de prisión y trabajos forzados. Las numerosas presiones y peticiones de clemencia efectuadas desde sectores progresistas y desde varios de los más importantes círculos literarios europeos no fueron escuchadas, y el escritor se vio obligado a cumplir por entero la pena. Enviado a Wandsworth y Reading, donde redactó la posteriormente aclamada Balada de la cárcel de Reading, la sentencia supuso la pérdida de todo aquello que había conseguido durante sus años de gloria.
Recobrada la libertad, cambió de nombre y apellido (adoptó los de Sebastian Melmoth) y emigró a París, donde permaneció hasta su muerte. Sus últimos años de vida se caracterizaron por la fragilidad económica, los quebrantos de salud, los problemas derivados de su afición a la bebida y un acercamiento de última hora al catolicismo. Sólo póstumamente sus obras volvieron a representarse y a editarse. En 1906, Richard Strauss puso música a su drama Salomé, y con el paso de los años se tradujo a varias lenguas la práctica totalidad de su producción literaria.
LA PELÍCULA:
EL FANTASMA DE CANTERVILLA.